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Locomotora sin vapor




Por CARLOS ALBERTO ESTEFAN UPEGUI
Exgobernador del Tolima

Si bien es cierto, la frase “todo tiempo pasado fue mejor” es común entre los mayores para evocar los  años  que     ya  se  fueron,  algo semejante podríamos decir del sector agropecuario colombiano sin que se trate de defender necesariamente  las contemplaciones de un proteccionismo Estatal llevado al extremo como en las épocas de la CEPAL.
Se trata de recordar elementales apoyos que por su condición y naturaleza además de ser compatibles con la  época  moderna, son indispensables como preámbulo  a la competitividad que se requiere en un modelo globalizado, donde no solo son necesarios altos índices de productividad sino eficaces indicadores de gestión administrativa y comercial.
La ley quinta de 1973, por ejemplo, además de proporcionar formidables instrumentos crediticios, fue un estímulo para que los profesionales fuesen al campo. Le ley agraria de 1961 además de procurar  por la redistribución de la propiedad, incluyó también a los profesionales en la asignación de tierras y estimuló las formas asociativas y el cooperativismo.

Los  programas  de Caja  agraria  y Comités de Cafeteros, por citar apenas dos casos, disponían de tecnólogos y prácticos, además de trabajadoras sociales y mejoradoras de hogar para transferir tecnología y elevar el nivel de vida de los habitantes del sector rural. Y para no ir muy lejos, al finalizar la década de los noventa, se contó con eficaces instrumentos de política, tales como  la  Agricultura  por  Contrato  o Venta Anticipada de Cosechas, mediante la cual el productor antes de sembrar ya sabía a quién, cómo, cuándo y por cuanto vender su producción.

El incentivo al almacenamiento rural, como una forma de conservar los excedentes de cosecha y garantizar la seguridad alimentaria del país. El Fondo Agropecuario de Garantías para brindar cobertura crediticia. Un mercado bursátil   de la mano del gobierno como facilitador para modernizar la comercialización y canalizar el ahorro privado hacia la producción del campo.

Los apoyos directos e indirectos del Ministerio  de Agricultura  y Desarrollo Rural de conformidad  con el decreto 2478 de 1999, tales como El Programa Nacional de Reactivación Agropecuaria, el Fondo de Solidaridad Agropecuaria, los   Certificados de Incentivo Forestal; y más recientemente el Incentivo a la Asistencia  Técnica (IAT), e inclusive, Agro Ingreso Seguro, entre otros. La mayoría de los cuales siendo buenos ya no existen por haberse administrado mal o haber caído en manos de usuarios deshonestos, pagando justos por pecadores. Además,  tampoco  se hizo lo suficiente por corregirlos.

Así las cosas, se trata de una locomotora que no arranca porque le falta vapor; ante la pasividad de unos gremios  silenciados  con los ingresos provenientes de los fondos parafiscales.

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